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El cuadro clínico del paciente permite diagnosticar una úlcera por presión. Los daños producidos por ésta en la piel y el tejido pueden observarse a simple vista (diagnóstico visual). Según la apariencia externa de las úlceras, así como la forma y estado del daño, se pueden clasificar en diferentes niveles de gravedad. Lo más habitual es una graduación en cuatro fases según la extensión en profundidad que ha alcanzado la úlcera en su penetración hacia el tejido:
Una vez que la exploración de la piel ha dado el primer diagnóstico para la úlcera por decúbito, los frotis de tejido que se realizan a continuación ofrecen indicios importantes para el correcto tratamiento de la herida. En el caso de sospechar que el hueso pudiera estar infectado, será necesario realizar una radiografía u otros métodos por imagen (gammagrafía ósea) los cuales permitirán calibrar mejor el grado de deterioro.
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